Crónica de un trayecto

CRÓNICA DE UN TRAYECTO

Caminar por el paisaje de la alta montaña

De la exploración y conquista, a la domesticación y mercantilización de lo sublime trascendental. Un ensayo sobre el imaginario paisajístico de la alta montaña del Pirineo.

«Crónica de un trayecto» es un proyecto fotográfico que busca revisar a través de las imágenes la identidad contemporánea del paisaje de la alta montaña del Pirineo.

En la actualidad, el paisaje sufre una crisis de representación por el abismo existente entre la imagen del paisaje real que el individuo encuentra en su cotidianidad y la del arquetipo clásico. Esto hace que algunos  lugares se configuren como símbolos icónicos del imaginario social colectivo.  Uno de los ejemplos más representativos de esta realidad es el paisaje de montaña. Modelado alrededor de la noción de lo sublime por la tradición romántica europea, el imaginario producido en torno a su paisaje, hace que el homo-turísticus salga en busca del bálsamo laico que le ofrece este espacio arquetipo para la reparación de su cotidiana banalidad. Este movimiento explota el paisaje en su dimensión de espectáculo y genera una carrera por el marketing territorial. Un romanticismo devaluado de masas donde el paisaje pierde hasta su categoría estética para convertirse en un negocio del simulacro, que convierte el paisaje en una postal o en un parque temático. Esta banalización paisajística cuestiona en profundidad la identidad de muchos lugares, emergiendo un territorio homogeneizado, que engarza con las tendencias generales del ocio globalizador.

Ante esta situación,  este proyecto fotográfico toma conciencia de la experiencia del caminar dentro del proceso de la práctica del montañismo, como una alternativa sensible para la existencia, que reconfigure la identidad del paisaje de la alta montaña del Pirineo.  La actitud que se despliega en el individuo ante el hábito de caminar por este territorio aporta un significado identitario que redescubre su genius loci contemporáneo. De esta forma, el paisaje de montaña se convierte en un símbolo diferenciador, un espacio de tránsito donde el hombre puede ser consciente de la realidad del tiempo y el espacio que se le niega en su cotidianidad.